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26 de septiembre de 2016

VALLE DE ESTÓS - Ibón de Escarpinosa y Refugio de Estós

Desde que me bajé de la bici nada más terminar Pedales de Tourmalet no me he vuelto a subir a ella. Me apetece un tiempo sin darle a las bielas y nada mejor para desintoxicarse de las dos ruedas que coger los bastones de caminar, la mochila y las botas de montaña. Por supuesto lo que no me apetece es renunciar al monte. Allí soy feliz y allí espero volver y volver tanto como pueda.


Desde que hace unos dos-tres años mi amigo Rubén me metió en vena el amor por Los Pirineos, no hay año que no vaya al menos una vez. Los fines de semana dándole al pedal en el valle de Benasque, en Ordesa y las tres pruebas de Pedales del mundo (Foc, Occitania y Tourmalet), además de Andorra con mi hija y la selva de Irati con Teru son todo mi bagaje por esas latitudes.


Siempre que me voy de los Pirineos estoy deseando volver. Apenas 10 días después de terminar mi ruta en bici por los Pirineos franceses, de nuevo me escapé a Castejón de Sos, en el valle de Benasque, con Teru, dispuestos ambos a un buen fin de semana de pateo por el valle de Estós, valle que yo ya conocía de uno de esos fines de semana de pedaleo y al que me apetecía volver para encaramarme a la montaña y descubrir los famosos ibones, tan numerosos por allí.

Antes de nada, ¿sabemos que es un Ibón?. Según wikipedia (Ibón - Wiki), ibón es el término en idioma aragonés usado para los pequeños lagos de montaña de origen glaciar situados en los Pirineos, generalmente por encima de los 2000 metros de altitud. En muchos casos, son el origen o nacimiento de los ríos de Aragón.

Así pues, ésto era lo que andábamos buscando; más concretamente el Ibón de Escarpinosa, nombrado hace unos pocos años como el lugar natural más bello de Aragón. Por cierto, ya tiene que ser bello teniendo en cuenta que en Aragón hay maravillas naturales como el Parque Nacional del Ordesa y Monte Perdido...

Eran las 9:00 de la mañana cuando Teru y yo llegábamos en coche al aparcamiento del valle de Estós al que se accede a la salida de Benasque dirección Llanos del Hospital, a escasos 3 km de la localidad y dejando atrás el desvío de la estación de Cerler. La entrada al aparcamiento se hace a través de un desvío de la carretera situado a la izquierda y subiendo apenas unos 300 metros por una pista asfaltada en buen estado. Para más señas, el desvío se encuentra muy poco después de dejar a nuestra izquierda el camping Aneto.

Entrada al valle de Estós desde el aparcamiento
La entrada al valle se hace ascendiendo a la caseta que se ve en la foto e introduciéndose por una especie de escalera hacia un camino empinado que en muy pocos metros nos deja en el embalse de Estós, por cierto, bastante vacío a estas alturas del año, pero con unas aguas color azul, preciosas. Toda la pista que recorre el valle corresponde con el sendero de gran recorrido GR-11 que es ni más ni menos que el sendero que recorre los Pirineos de un extremo a otro. (¿Queréis saber más sobre el GR-11 y la travesía transpirenaica?...mirad entonces aquí: Transpirenaica)

Teru asomándose al río
Aguas preciosas en el embalse casi vacío
Es tanta la escasez de agua en estas fechas, que la cascada que suele saludarnos a la entrada del valle, justo antes de llegar a la presa, ha desaparecido casi por completo. Seguro que las próximas lluvias de otoño y la nieve del invierno la devolverán su esplendor.

La pista sigue ascendiendo valle arriba con la pared de la montaña a nuestra derecha y el río a nuestra izquierda. Es una zona inmersa en el bosque por donde a esta hora de la mañana da gusto caminar.

La pista empedrada termina a 1,5 km del aparcamiento en la Palanca del Aiguacari, que cruza el río Estós. El río no baja muy caudaloso, pero el sonido del agua en las rocas es música para los oídos; eso, y el paisaje que se empieza a abrir según penetramos en el valle.

El río Estós y yo

Teru y yo en la Palanca de Aiguacari
500 metros después de la Palanca, la pista, ya en ascenso, llega a la Cabaña de Santa Ana, una bonita cabaña con unas vistas magníficas del valle que ya en este punto empieza a abrirse y hacerse más ancho, desapareciendo poco a poco el frondoso bosque.


Cabaña de Santa Ana
Desde la cabaña de Santa Ana la pista sigue subiendo valle arriba. El valle se sigue abriendo y el camino a tramos se introduce y a tramos sale del bosque. 

Apenas un kilómetro después de haber dejado atrás la cabaña, llegamos a la Fuente de Coronas, una preciosa y curiosa fuente de madera con unas aguas fresquitas y deliciosas y en la que nos entretenemos un rato bebiendo y haciendo fotos.



Fuente de Coronas
Tan sólo hemos recorrido tres kilómetros de los 21 previstos para hoy, pero el frescor de las aguas nos viene genial para seguir nuestro camino rumbo al primero de nuestros objetivos: el ibonet de Batiselles.

Poco menos de un kilómetro después de la fuente, pista arriba y por el interior de un precioso bosque, llegamos a una bifurcación del camino. Tomamos la pista que sale a nuestra izquierda (la de la derecha va al refugio de Estós y será por donde regresemos) adentrándonos aún más en el bosque e incrementando la pendiente. No en vano tenemos que ascender ladera arriba para llegar hasta los ibones.

El camino se complica un poco. Algo de piedra suelta y algún que otro escalón así como la pendiente que poco a poco se hace más dura, dificultan un poco nuestro paso, pero las vistas sobre el valle en los sitios donde hay pequeños claros en el bosque, el ruido de los pájaros, el olor a humedad típico de los Pirineos y la belleza de los árboles en esta zona, nos incitan a seguir subiendo sabiendo que lo que nos encontraremos será aún más bello.




Poco más de un kilómetro después de haber cogido el desvío y haber empezado a subir ladera arriba, el camino llega a la palanca de Carboneros, un puente metálico que atraviesa el Arroyo del Barranco de la Aigüeta y que nos regala un rinconcito precioso. Todo el bosque de hayas está salpicado (en estas fechas), de un precioso árbol de frutos rojos que contrasta maravillosamente entre el verde y el marrón del suelo cubierto ya por las hojas secas del hayedo. Mirando por la red, he encontrado que se trata del "Serbal de Cazadores" o "serbal silvestre", un precioso arbolito que nos llamó mucho la atención sobre todo en este rinconcito del barranco de la Aigüeta.


Serbal de Cazadores o Serbal Silvestre

Barranco de la Aigüeta
Nada más pasar el puente metálico la subida se empieza a complicar, una sucesión de zig-zags con una pendiente considerable asciende monte arriba de forma que en menos de 500 metros se superan más de 100 metros de desnivel. Según acaban los zig-zags, empieza el espectáculo.

El camino se vuelve llano y cruzando una serie de plataformas de madera, se abre ante nosotros un magnífico espectáculo: el ibonet de Batiselles y detrás las agujas de Pérramo. Un paisaje casi idílico que a mi, personalmente me dejó con la boca abierta. Habíamos recorrido ya 5 kilómetros y ascendido hasta casi los 1900 metros de altitud, el tiempo era magnífico y las vistas una auténtica maravilla. Así pues, ¿qué mejor sitio para descansar un rato y comer unos poquitos frutos secos antes de ascender aún más hasta el ibón de Escarpinosa?



Ibonet de Batiselles con las agujas de Pérramo al fondo


El merecido descanso en el ibonet toca a su fin, y enseguida nos colgamos de nuevo la mochila y cogemos los bastones para recorrer el camino de ida y vuelta que nos llevará hasta Escarpinosa. Justo aquí, en el ibonet de Batiselles, enlazamos con un ramal del GR-11, el GR-11.2 que seguiremos tanto para subir al ibón como para, deshaciendo nuestros pasos, volver al ibonet y seguirlo hasta llegar directamente al refugio de Estós.

El camino se vuelve algo más complicado, ya es sendero puro que en muchos lugares desaparece, pero que es muy fácil de seguir dado que las marcas del GR están perfectamente situadas. Nos queda aproximadamente un kilómetro y medio y unos 200 metros de ascensión, que poco a poco, a veces casi escalando, vamos superando con cierta dificultad pero sin problemas.

El GR-11.2 va subiendo monte arriba paralelo al arroyo del barranco de la Aigüeta que nace directamente del ibón de Escarpinosa. En algunos lugares se puede disfrutar de cascadas y pasos a través de  puentes de madera y unas vistas espectaculares tanto de los montes que rodean la laguna como del valle de Estós. La belleza de la ascensión está fuera de toda duda.





Y de repente, como siempre suceden estas cosas, el ibón de Escarpinosa aparece ante nuestros ojos. Es un entorno de una belleza indescriptible. Yo me imaginaba una laguna mucho más pequeña y situada en un entorno más abierto. En realidad es una laguna de color verde intenso, de unas dimensiones similares a un campo de fútbol, rodeada por montañas escarpadas con las agujas de Pérramo en uno de sus extremos y con unas preciosas cascadas al fondo que se precipitan desde centenares de metros montaña arriba. El pino negro hace el resto, dotando de un aire recio, casi canadiense al paisaje. Simplemente espectacular.

Parece increíble que un sitio así se encuentre a más de 2000 metros de altitud y que sea tan sencillo llegar hasta él. Os aseguro que las fotos no le hacen ni la mitad del justicia al lugar.

Teru y yo decidimos que queríamos comer allí, así que nos fuimos hacia el lado izquierdo del ibón buscando una plataforma de roca en la que admirar el paisaje en su plenitud. El sol, el aire fresco, el entorno...todo era ideal.





Tras comernos unos buenos bocatas y disfrutar del entorno, decidimos que ya era hora de continuar la marcha...aún nos quedaba un buen trecho hasta el refugio de Estós.

Así pues, como el camino hasta el ibón de Escarpinosa es de ida y vuelta hasta el ibonet de Batiselles, no nos quedó más remedio que volver sobre nuestros pasos, bajando ladera abajo lo que habíamos subido. Eran ya las 14:30 de la tarde y el transitar de senderistas hacia el ibón era más que notable. De hecho,cuando llegamos de nuevo al ibonet de Batiselles, nos sorprendió la cantidad de gente que había allí...¡¡parecía una romería!!.

Justo desde el ibonet, la ruta sigue hacia el refugio de Estós transitando por el ya conocido GR-11.2. Sabíamos que desde el ibonet hasta el refugio teníamos un par de subiditas y tres kilómetros por delante, así que nos pusimos a ello.

Los primeros metros son en pequeña subida, sin demasiada complicación por el interior del bosque. enseguida nos damos cuenta de que el sendero recorre la ladera de la montaña en claro descenso hasta adentrarse en un pequeño vallecito que queda por detrás del de Estós. A media ladera el bosque se abre y nos deja ver un magnífico paisaje que no nos abandonará hasta que empezamos a subir de nuevo por el pequeñito valle que comentaba.





La segunda subida es algo más larga, tendrá cerca de un kilómetro y medio aunque lo más empinado está en los primeros 200-300 metros. De todas formas, es una subida muy asequible, introduciéndose en el bosque y con un sendero muy marcado (no en vano es un GR).

La subida nos regala una nueva vista maravillosa: el Posets de frente, ligeramente a la izquierda, el coll de Eriste más a la izquierda aún, y el fondo del valle, brutal, como una postal pintada...además, los claros del bosque nos dejaban ya entrever el refugio de Estós allá abajo, casi en el fondo del valle.


Teru con el Posets de fondo

Pico de las Gorgas blancas al otro lado del valle

Allí abajo se ve ya el refugio de Estós
Tras unos centenares de metros alucinados por las vistas de éstos colosos de más de 3000 metros, continuamos el camino siguiendo el GR-11.2 que en un momento dado desciende casi a troche hasta el fondo del valle para cruzar el río Estós por un pequeño puente metálico. La baja es vertiginosa, más de 100 metros en desnivel en menos de 500 metros.

Tanto bajamos, que el refugio, que hace nada estaba allá abajo, de repente, está allá arriba con lo que tras atravesar el puente nos toca subir hasta él. 



El refugio de Estós está situado a 1900 metros de altitud con unas vistas impresionantes sobre el valle de Estós hacia el sur y rodeado de colosos de 3000 metros. Es, literalmente, un paraíso. No pudimos resistir la tentación de comprar un par de bebidas en su bar (al módico precio de 3€ cada una...y no me extraña que tenga ese precio), y disfrutarlas en su terraza, con todo el valle a nuestros pies.

Llevábamos ya 12 kilómetros de ruta y sabíamos que a partir de ese momento lo que nos quedaba era todo bajada y disfrute. Por lo que un ratito después y una vez apuradas nuestras bebidas nos volvimos a poner en marcha.

La bajada desde el refugio hasta el aparcamiento no tiene ninguna dificultad, tan sólo hay que dejarse llevar por la pista (en este caso se trata del GR-11 de nuevo), y disfrutar de las vistas, unas vistas maravillosas que algunos no tenemos la suerte de poder disfrutar a menudo.


Valle abajo volvemos la mirada para admirar el Posets

Llegando a la pradera donde se encuentra la cabaña del Turmo

Teru y la cabaña del Turmo
Tres kilómetros valle abajo nos encontramos con la cabaña del Turmo. No puedo dejar de recordar la canción "20 de abril del 90" de Celtas Cortos..."Recuerdas aquella noche en la cabaña del Turmo...las risas que nos hacíamos antes todos juntos....". La verdad es que la cabaña está situada en un entorno incomparable.

Unos pocos centenares de metros más abajo, la pista llega a las Gorgas Galantes: unos preciosos saltos de agua que son el paraíso de los barranquistas, pero que nosotros, desafortunadamente apenas vimos puesto que el agua que baja en estas fechas por el río Estós es más bien escaso. De todas formas, he tomado prestada una foto de internet para que se vea el esplendor de estos saltos de agua. La foto está tomada en uno de los recodos que se ve a simple vista desde la pista

Gorgas Galantes
Desde las Gorgas y hasta que la pista vuelve a encontrarse con el desvío que tomamos por la mañana para subir al ibonet de Batiselles, hay que recorrer unos dos kilómetros y medio. En esta distancia la pista recorre un precioso hayedo con multitud de variedad de flora y una serie de pasos de agua que nosotros no tuvimos que utilizar ya que los arroyos estaban secos.





Tras dejar atrás el desvío, el resto del camino es de sobra conocido. Volvemos sobre nuestros pasos hacia el aparcamiento pasando por la fuente de Coronas, la Cabaña de Santa Ana, la palanca de Aiguacari y el embalse de Estós.

Así pues, poco más de dos horas después de salir del refugio de Estós, estábamos de nuevo llegando al coche. Fue una jornada preciosa que acabaría dando un bonito paseo por Benasque y degustando la gastronomía del lugar (recomiendo los champiñones a la plancha con ajo y perejil y las croquetas del bar Plaza Mayor...deliciosas).

Una ruta preciosa, muy recomendable y no falta de esfuerzo para completarla ya que han de recorrerse cerca de 21 km superando un desnivel acumulado de más de 1.100 metros.

El enlace a la ruta en wikiloc es:


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14876662

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